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Hoy, lunes, una alumna se ha negado a salir a la pizarra a analizar una oración simple. Según ella, estaba más preocupada por su timidez que de lo que presuntamente yo entendí que era "miedo al ridículo", ya que se dedica a hablar en clase y a copiar las oraciones ya resueltas. Mi respuesta ha sido enviarla al Aula de Incidencias, destino de quienes dan mal ejemplo en clase; es decir, aula donde se recoge a aquel alumnado que se dedica a no participar en el aula o a dinamitar la dinámica pedagógica. Ella ha pensado que yo he sido injusto con mi decisión. Yo le he dicho que mientras se niegue a salir a la pizarra seguirá yendo al Aula de Incidencias. Parece ser la norma de los nuevos tiempos, ya que, antes de navidad, a otro alumno le sonó el móvil en un examen y se quedó tan tranquilo, reclamando "sus derechos" mientras le retenía un móvil que está totalmente prohibido traer al centro escolar. Tuve que devolvérselo, previa información al Jefe de estudios y al tutor.
Parece ser que la realidad del alumnado actual es así de triste. Hay más pesimismo, menos deseo de sacrificio. Y el sistema todavía les pone las cosas más fáciles para que opten por no esforzarse: si el alumno no llega a los contenidos, pues bájalos... sin importar que, aunque estén en secundaria, sean contenidos de primaria. Con el eufemismo de "contenidos mínimos" se quedan tan panchos los tecnócratas y neosicólogos del sistema educativo. Lo importante, por lo que se ve, es que suban las estadísticas de aprobados, aunque sea mentira. A este ritmo de seudo-didáctica, ¿adónde llegaremos? ¡Menos mal que frente a estos malos estudiantes aún quedan alumnos y alumnas que merecen la pena!
