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PROSAS Y VERSOS DEL AUTOR - valen2


14.2.20

SAN VALENTÍN 2020

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¡Por Dios, abuelo, un nuevo sanVa en mi vida! Y ya van sesenta. ¿Por qué me encomiendo a mi yayo? Bueno, os haré dos confesiones:

Que me llame así es por mi abuelo Valentín. En realidad, el nombre que me iban a poner, mi nombre de bautizo original, hubiera sido ‘Antonio’, igual que mi padre. Pero esa circunstancia se torció por la decisión última de mi madre, que dejó ese nombre paterno para mi hermano. La razón de este cambio, por ser muy especial, me la reservo para el ámbito familiar (preguntarle a la yaya Pilar).

Que mi abuelo se llamara así, se debe a su origen asturiano: nació en el concejo de Allande, parroquia de Valledor (por cierto, mi segundo apellido). Y en esa región de España se tiene la costumbre ancestral de ponerle ese nombre a los primogénitos. En este sentido, decir que yo no hice lo mismo con mi hijo, pues la decisión la tomó mi mujer.

Pasando a un matiz más objetivo, tras acostumbrarme a tener un nombre tan universal como amoroso, os traslado brevemente los entresijos lingüísticos y legendarios de este nombre.

En el primer caso, proviene del latín ‘valens’ (valiente), que deriva a su vez del griego ‘balein’ (lanzar), origen de palabras como ‘bala o ballesta’. En lo segundo: o bien por el obispo Valentín, decapitado por casar a las parejas sin permiso del emperador romano, o por el prisionero que firmaba como Valentín para mandarle mensajes a la chica (hija del carcelero) que le llevaba la comida al calabozo.

Aunque parece ser que el origen real, como muchos otros, se retrotrae a tiempos más antiguos y profanos que los propiamente cristianos.

Y después del rollo, gente, ahora, desde mi actual tranquilidad, como primer ‘sanVa’ en la condición de jubilado, finalizo esta historia contándoos que:
- NO he tenido que enfrentarme a las felicitaciones en el Instituto: alumn@s y profes me recordaban en el aula o en los pasillos mi onomástica, y
- NO he tenido que sobresaltarme cuando vibraba mi móvil estando en el trabajo y tenía que posponer mi contestación agradecida.

Y sin más, salvo seguir agradeciendo vuestras felicitaciones en el día de hoy, vía móvil o vía internet, me despido deseándoos un Buen Día del Amor. ¡Qué viva san Valentín!

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